no formular sino lo estricto
que viene a ser, en suma, nada:
creo en la virtud de la desgana.
No forjar sueños, no leer
sino quemar quinientos libros,
si bien que dos, junto a la almohada:
creo en la virtud de la desgana.
No buscar formas de novedad,
muy al contrario: huir de ellas
y amar la faz acostumbrada:
creo en la virtud de la desgana.
No doblegarse a la tentación
de crear obra en pos del arte
sino dejar secar esa fontana:
creo en la virtud de la desgana.
Y mirar la vida sin interés
como quien ve pasar las nubes
tras el cristal de una ventana:
creo en la virtud de la desgana.
La desgana...
esa rara y noble flor de Lis
o, si se quiere, esa amapola
impávida entre la nieve.
La desgana...
esa flor que adorna el despertar
renovada junto a la prensa y el café
sobre el mantel cada mañana.
creo en la virtud de la desgana...
creo en la virtud de la desgana...
creo en la virtud de la desgana...
creo en la virtud de la desgana...
(como el beato cree en su devoción,
como el fauno en su pasión...privada
creo en la virtud de la desgana...).
ole
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