jueves, 20 de septiembre de 2012

La convulsión exonerativa: un aspecto de la plaga emocional en el libro de estilo de Catatònia Triomfant.

1  "(...) la convulsión exonerativa no era un síntoma, sino más bien una frase argentina. La enseñaban aquí en la facultad, pero estaba segura de que era uno de los mitos de los viejos psiquiatras, como tantos otros términos que usaban para describir comportamientos que se explican mejor por la lógica que por la psicopatología. 

Refería la tendencia a producir catástrofes para ocultar con ellas pequeñas faltas



El ejemplo clásico -explicaba- es el del chico que involuntariamente rompe un jarrón y entonces decide destrozar toda la vitrina, o incendiar la casa, para merecer un castigo de tal magnitud que sea más fácil de perdonar que la paliza que le habría correspondido.

—Pero no es un síntoma del chico, sino de las familias —agregaba—: la culpa es de los padres que no saben administrar las recompensas y los castigos.

Hablaba como si hubiera leído el informe español...
"



(Rodolfo Enrique Fogwill en el libro "En otro orden de cosas", 2001, Mondadori)


2      EXONERAR     v tr 

(del llatí 'exonerare', 'descarregar', d'onus 'càrrega') (model 4). 

Descarregar algú d'una cosa onerosa; 

dispensar, totalment o només en part, d'una càrrega o d'una obligació; 

afranquir (alguna cosa) de determinades taxes. 

"Exonerar alguns contribuents."

(...)

CONVULSIÓ n  

1 Contracció brusca i involuntària dels músculs esquelétics que sovint va acompanyada de contraccions dels músculs llisos. (Es pot localitzar en un o en diversos músculs o pot ser general de tot el cos.) H encicl.) — 

2 Moviment desordenat provocat per certes emocions i agitations. Convulsions de rabia. — 

3 (usat sovint en plural) Agitació violenta que sacseja el món fisic, els Estats, les societats. 
"Les sagnants convulsions d'una revolució."

(Gran Larousse català. Planeta 1990)


3    "La Agencia Tributaria cifra en 23,4 millones de euros el balance definitivo del desfalco del Palau de la Música perpetrado por Millet y Montull, de los que no ha sido posible averiguar el destino de 10,1 millones.

Concretamente, Hacienda concluye que 4,4 millones de euros procedentes del Palau se desviaron supuestamente mediante pagos a extesoreros de CDC: el fallecido Carles Torrent y Daniel Osàcar, que fue administrador general de la formación hasta su renuncia en 2010.

Respecto al resto del dinero, la Agencia Tributaria cree que 7,8 millones de euros se los repartieron Millet y Montull, en ocasiones en una proporción del 80 y el 20%, respectivamente, mientras que otros 531.412 euros sirvieron para pagar sus viajes particulares a destinos como México, Kenia, Tailandia, las Maldivas o la Polinesia.


Asimismo, 440.000 euros acabaron también en los bolsillos de Millet y Montull, en la mencionada proporción de 80-20%, mientras que la Agencia Tributaria ha sido incapaz de identificar el destino de 10.105.816 euros procedentes del desfalco del Palau.

Para averiguar el destino de esa cantidad, el juez instructor encargó a la Policía Nacional seguir el rastro de varios millones de euros procedentes del Palau que fueron cobrados en bancos mediante cheques al portador, aunque las gestiones resultaron infructuosas porque las entidades financieras no facilitaron esos datos."


(Diario "El Mundo" 20 de septiembre de 2012)


4  La Plaga emocional.
 Plaga emocional es un término propuesto por Wilhem Reich para designar un tipo de biopatía crónica del organismo. Es descripta como una enfermedad epidémica, como la esquizofrenia o el cáncer, con una diferencia importante :  
se manifiesta esencialmente en el vivir social. 

Tal como a la neurosis caracterológica, la mantienen impulsos secundarios. Estasis sexual, impotencia orgástica, frustración genital, constituyen la base de la “estructura apestada”; base que comparte con todas las formas caracteriales neuróticas , pero con rasgos que le son propios y que la hacen temible: mientras que el neurótico tiene tendencia a resignarse, a sufrir en su fuero íntimo las frustraciones y la angustia, y parece quedarse satisfecho con el “equilibrio neurótico” que logra, el carácter afectado de peste emocional no soporta las frustraciones ni la angustia, no tolera estar encerrado en su coraza caracterial, quiere salirse de ella, mira hacia afuera y se expande como puede en el campo social. 

La expansión en el campo social y el activismo –religioso, político o de otro tipo- salvaje de este enfermo son un intento, en última instancia destinado al fracaso, de huir, desplazar o proyectar sobre figuras y acontecimientos históricos lo que parece ser una contradicción irreductible y crispadora: 

“contradicción entre su intenso deseo de vida y su incapacidad básica para llenar adecuadamente esa vida”. 

Esta contradicción se manifiesta con particular virulencia en el dominio sexual. Sobre la base de la frustración, el afectado por la peste emocional adopta una doble actitud: por una parte, adhesión real o fingida a una moral antisexual, rígida, represiva y sádica; y por otro lado, una especie de lascivia sexual, de pornografía solapada, vulgar y elegante. Estos tres factores conjugados (frustración, represión y lascivia) alimentan el odio tenaz e insaciable que el enfermo siente hacia las expresiones y reivindicaciones auténticas de la potencia orgástica. 

Un individuo orgásticamente potente, esencialmente libre de la plaga emocional, no desarrollará angustia; por el contrario, desarrollará un vívido interés cuando un médico discute, pongamos por caso, la dinámica de los procesos naturales de la vida. El individuo que sufre la plaga emocional, en cambio, se mostrará desasosegado o colérico cuando se discuten los mecanismos de esa plaga. No toda impotencia orgástica conduce a la plaga emocional, pero todo individuo afectado por ella es impotente desde el punto de vista orgástico, o bien se vuelve impotente poco antes del ataque. Esto permite distinguir fácilmente entre reacciones debidas a la plaga y reacciones racionales.

Tal como sabemos –dice Reich-, el comportamiento del carácter neurótico es, por lo general, altamente racionalizado. En la reacción debida a la plaga emocional sucede lo mismo, y aún en mayor grado: la falta de comprensión es mucho mayor. Podemos preguntar qué es lo que permite reconocer una reacción de plaga y distinguirla de una reacción racional. La respuesta es la misma que cuando se trata de diferenciar entre una reacción de carácter neurótico y una reacción racional: en cuanto tocamos los motivos de la reacción debida a la plaga, aparecen inevitablemente angustia o cólera. 

El individuo aquejado por la plaga emocional no se contenta con una actitud pasiva; se distingue del carácter neurótico por una actividad social más o menos destructora de la vida. Su pensamiento se ve completamente confundido por conceptos irracionales y esencialmente determinado por emociones irracionales. El motivo de su acción es siempre supuesto: el motivo expresado nunca es el real , ya sea éste consciente o inconsciente. 

La plaga emocional es una neurosis caracterológica o una biopatía en el sentido estricto de la palabra; pero es más que eso, y este “más” es lo que la distingue de la biopatía y de la neurosis caracterológica: la plaga emocional es un comportamiento humano que, sobre la base de una estructura caracterológica biopática, se hace sentir en las relaciones interpersonales –es decir, sociales– y se organiza en las correspondientes instituciones. 

“Los que arrojan las primeras piedras, los que echan a rodar rumores asesinos, los que lanzan a la policía, a los jueces, a los perros, a la multitud y a los psiquiatras en persecución del merodeador, del vagabundo judío, del negro, del inmigrante, del marginado (…) los que se aglutinan y forman multitud para saborear la calumnia, hacer circular el rumor, alimentar las hogueras, correr al linchamiento (…) he aquí algunos de los rostros de la pestilencia caracterial-social que Reich describe ampliamente bajo el rótulo de peste emocional”.

La plaga emocional queda denunciada en distintos momentos de su obra, donde muestra además el desamparo de quienes caen víctimas de su difamación. Así es como Reich produce “El asesinato de Cristo”, “Gente con problemas” (primer y segundo volumen respectivamente de "La plaga emocional de la humanidad") y “Escucha hombrecito”. En este último escrito responde de una manera más humana que científica a la persecución desencadenada por el gobierno norteamericano contra su Instituto del Orgón.

A continuación intentaremos complementar lo que antecede a la luz de los nuevos conocimientos.
  La profundización del trabajo reichiano ha llevado al descubrimiento de la Forma o Matriz Biológica (Orur 16). Este hallazgo nos ha proporcionado una mayor comprensión acerca de los fenómenos proyectivos y de la función que la realidad posee en la vida de cada sujeto. En términos generales, estamos en condiciones de decir que La Forma proyectada en contenidos crea la realidad. Por ser La Forma o Matriz Biológica pulsación plasmática encerrada en las maniobras perinatales, consiste totalmente de movimiento y, como tal, es un campo generador de formas. Así es correcto decir que este campo genera formas y que a las formas que genera nosotros las conocemos a través de los contenidos (situaciones vividas), contenidos que, en última instancia, conforman la historia personal. 

De este modo, la Matriz Biológica se transforma en la fuente o contexto donde se originan los contenidos de la existencia individual. Todo lo que existe, todo lo que ocurre en la vida de un sujeto es producido por el contexto personal. 

Desde esta nueva perspectiva: ¿Cuál es el papel desempeñado por la persona víctima del ataque de plaga? Si la realidad no es ajena al contexto personal, ¿cuál es el nivel de participación de la persona que sufre la difamación y el daño? 

Sin restar importancia al enfermo de plaga emocional, pretendemos dirigir nuestra mirada hacia el destinatario de la plaga. ¿Qué es lo que lo hace ser el destinatario? ¿Es solamente su libertad vegetativa, su capacidad de vida (tal como lo define Reich), lo que despierta el odio y la destrucción de la persona plagada? 

Hoy sabemos que la plaga emocional involucra a los dos polos intervinientes, esto es, al que, aquejado por la enfermedad, la actúa y al que, imposibilitado de mantener su libertad interior, la sufre. 

Dice Reich en El asesinato de Cristo: “ Todavía no ha sido resuelto el misterio de por qué Cristo tuvo que morir”. Nosotros agregamos: No ponemos en duda que Cristo haya sido víctima de la estructura de carácter del hombre acorazado, ni que Cristo represente el principio de Vida no tolerado por la plaga emocional. Lo que buscamos conocer es cuál es la participación del Cristo en su muerte. 

Según el mito, Cristo tenía que morir. Esto, en términos de Matriz Biológica, nos está diciendo que su “tiempo” se acaba, que la muerte como hecho inexorable está por ocurrir. Ahora bien, ¿no es la muerte, como función inexorable, la que busca el modo de efectivizarse?, ¿no es el Cristo quien, creando las condiciones de su muerte, genera la plaga? 

Estamos en condiciones de complementar la comprensión de la plaga emocional diciendo que, para que ésta se efectivice, se hace necesario la participación de los dos polos del conflicto. En el caso de Cristo, su misión cumplida en la Tierra fue el desencadenante. En todos los casos, el sujeto que ha llegado a un límite proyectará este límite en el entorno, el que será actuado por quien esté en condiciones de hacerlo. Ambos poseen el mismo grado de participación en el hecho, aunque solamente sea visible en quien la actúe. 

Siguiendo a Wilhelm Reich en El Análisis del Carácter, transcribimos el siguiente párrafo referido a la plaga emocional, pretendiendo por nuestra parte hacerlo extensivo a las personas víctimas de la acción de la plaga:
“…Hasta ahora, experimentábamos sus ataques tal como se experimenta la caída de un árbol o la caída de una piedra desde el tejado: son cosas que suceden, decimos; o bien tenemos suerte y no nos golpean, o bien no la tenemos y nos causan la muerte o nos dejan inválidos. Ahora sabemos que el árbol no cae por accidente y que la piedra no cae sin causar perjuicio. Sabemos que en ambos casos algún ser humano perturbado, manteniéndose oculto, provoca la caída del árbol o de la piedra.” 

( pág. 287 Análisis del Carácter, Ed. Paidós, 1974). 

  Si leemos lo que antecede aplicándolo no sólo a quien actúa la plaga emocional sino también a quien la sufre, nos preguntamos ¿qué es lo que determina que el árbol o la piedra caigan sobre unas personas y no otras?, ¿podemos atribuir toda la responsabilidad a quien los lanza, quitándole toda participación a quien los recibe? 

La plaga emocional, a la luz de los nuevos descubrimientos, se nos presenta como un fenómeno mucho más complejo y abarcativo. No alcanza hoy con describir las condiciones psicofísicas del enfermo de plaga emocional. No alcanza creernos que el único motivo para su acción en el medio sea su intolerancia a la vida. 

Debemos buscar más allá de lo obvio, de lo manifiesto, de lo visible. También debemos incluir para su comprensión las necesidades inconscientes de quien sufre su ataque. Este es sin duda el camino que, ligando a la víctima con su victimario, liberará a ambos.
 

ole

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