Refería la tendencia a producir catástrofes para ocultar con ellas pequeñas faltas.
El ejemplo clásico -explicaba- es el del chico que involuntariamente rompe un jarrón y entonces decide destrozar toda la vitrina, o incendiar la casa, para merecer un castigo de tal magnitud que sea más fácil de perdonar que la paliza que le habría correspondido.
—Pero no es un síntoma del chico, sino de las familias —agregaba—: la culpa es de los padres que no saben administrar las recompensas y los castigos.
Hablaba como si hubiera leído el informe español..."
(Rodolfo Enrique Fogwill en el libro "En otro orden de cosas", 2001, Mondadori)
2 EXONERAR v tr
(del llatí 'exonerare', 'descarregar', d'onus 'càrrega') (model 4).
Descarregar algú d'una cosa onerosa;
dispensar, totalment o només en part, d'una càrrega o d'una obligació;
afranquir (alguna cosa) de determinades taxes.
"Exonerar alguns contribuents."
(...)
CONVULSIÓ n
1 Contracció brusca i involuntària dels músculs esquelétics que sovint va acompanyada de contraccions dels músculs llisos. (Es pot localitzar en un o en diversos músculs o pot ser general de tot el cos.) H encicl.) —
2 Moviment desordenat provocat per certes emocions i agitations. Convulsions de rabia. —
3 (usat sovint en plural) Agitació violenta que sacseja el món fisic, els Estats, les societats.
"Les sagnants convulsions d'una revolució."
(Gran Larousse català. Planeta 1990)
3
Asimismo, 440.000 euros acabaron también en los bolsillos de Millet y Montull, en la mencionada proporción de 80-20%, mientras que la Agencia Tributaria ha sido incapaz de identificar el destino de 10.105.816 euros procedentes del desfalco del Palau.
Para averiguar el destino de esa cantidad, el juez instructor encargó a la Policía Nacional seguir el rastro de varios millones de euros procedentes del Palau que fueron cobrados en bancos mediante cheques al portador, aunque las gestiones resultaron infructuosas porque las entidades financieras no facilitaron esos datos."
(Diario "El Mundo" 20 de septiembre de 2012)
4 La Plaga emocional.
Plaga emocional es un término propuesto por Wilhem Reich para designar un tipo de biopatía crónica del organismo. Es descripta como una enfermedad epidémica, como la esquizofrenia o el cáncer, con una diferencia importante :
se manifiesta esencialmente en el vivir social.
Tal como a la neurosis
caracterológica, la mantienen impulsos secundarios. Estasis
sexual, impotencia orgástica, frustración genital,
constituyen la base de la “estructura apestada”; base que comparte con
todas las formas caracteriales neuróticas , pero con
rasgos que le son propios y que la hacen temible: mientras que el
neurótico tiene tendencia a resignarse, a sufrir en su fuero
íntimo las frustraciones y la angustia, y parece quedarse
satisfecho con el “equilibrio neurótico” que logra, el
carácter afectado de peste emocional no soporta las
frustraciones ni la angustia, no tolera estar encerrado en su coraza
caracterial, quiere salirse de ella, mira hacia afuera y se
expande como puede en el campo social.
La expansión en el campo
social y el activismo –religioso, político o de otro tipo-
salvaje de este enfermo son un intento, en última instancia
destinado al fracaso, de huir, desplazar o proyectar sobre figuras y
acontecimientos históricos lo que parece ser una
contradicción irreductible y crispadora:
“contradicción
entre su intenso deseo de vida y su incapacidad básica para
llenar adecuadamente esa vida”.
Esta contradicción se
manifiesta con particular virulencia en el dominio sexual. Sobre la
base de la frustración, el afectado por la peste emocional
adopta una doble actitud: por una parte, adhesión real o fingida
a una moral antisexual, rígida, represiva y sádica; y por
otro lado, una especie de lascivia sexual, de pornografía
solapada, vulgar y elegante. Estos tres factores conjugados
(frustración, represión y lascivia) alimentan el odio
tenaz e insaciable que el enfermo siente hacia las expresiones y
reivindicaciones auténticas de la potencia orgástica.
Un individuo orgásticamente
potente, esencialmente libre de la plaga emocional, no
desarrollará angustia; por el contrario, desarrollará un
vívido interés cuando un médico discute, pongamos
por caso, la dinámica de los procesos naturales de la vida. El
individuo que sufre la plaga emocional, en cambio, se mostrará
desasosegado o colérico cuando se discuten los mecanismos de esa
plaga. No toda impotencia orgástica conduce a la plaga
emocional, pero todo individuo afectado por ella es impotente desde el
punto de vista orgástico, o bien se vuelve impotente poco antes
del ataque. Esto permite distinguir fácilmente entre reacciones
debidas a la plaga y reacciones racionales.
Tal como sabemos –dice Reich-, el
comportamiento del carácter neurótico es, por lo general,
altamente racionalizado. En la reacción debida a la plaga
emocional sucede lo mismo, y aún en mayor grado: la falta
de comprensión es mucho mayor. Podemos preguntar qué es
lo que permite reconocer una reacción de plaga y
distinguirla de una reacción racional. La respuesta es la misma
que cuando se trata de diferenciar entre una reacción de
carácter neurótico y una reacción racional: en
cuanto tocamos los motivos de la reacción debida a la plaga,
aparecen inevitablemente angustia o cólera.
El individuo aquejado por la plaga
emocional no se contenta con una actitud pasiva; se distingue
del carácter neurótico por una actividad social
más o menos destructora de la vida. Su pensamiento se ve
completamente confundido por conceptos irracionales y esencialmente
determinado por emociones irracionales. El motivo de su acción
es siempre supuesto: el motivo expresado nunca es el real ,
ya sea éste consciente o inconsciente.
La plaga emocional es una
neurosis caracterológica o una biopatía en el sentido
estricto de la palabra; pero es más que eso, y este “más”
es lo que la distingue de la biopatía y de la neurosis
caracterológica: la plaga emocional es un comportamiento
humano que, sobre la base de una estructura caracterológica
biopática, se hace sentir en las relaciones interpersonales –es
decir, sociales– y se organiza en las correspondientes
instituciones.
“Los que arrojan
las primeras piedras, los que echan a rodar rumores asesinos, los que
lanzan a la policía, a los jueces, a los perros, a la multitud y
a los psiquiatras en persecución del merodeador, del vagabundo
judío, del negro, del inmigrante, del marginado (…) los que se
aglutinan y forman multitud para saborear la calumnia, hacer circular
el rumor, alimentar las hogueras, correr al linchamiento (…) he
aquí
algunos de los rostros de la pestilencia caracterial-social que Reich
describe ampliamente bajo el rótulo de peste emocional”.
La plaga emocional queda denunciada
en distintos momentos de su obra, donde muestra además el
desamparo de quienes caen víctimas de su difamación.
Así es como Reich produce “El asesinato de Cristo”, “Gente con
problemas” (primer y segundo volumen respectivamente de "La plaga
emocional de la humanidad") y “Escucha hombrecito”. En este
último escrito responde de una manera más humana que
científica a la persecución desencadenada por el gobierno
norteamericano contra su Instituto del Orgón.
A
continuación intentaremos complementar lo que antecede a la luz
de los nuevos conocimientos.
La profundización
del trabajo reichiano ha llevado al descubrimiento de la Forma o Matriz
Biológica (Orur 16). Este hallazgo nos ha proporcionado
una mayor comprensión acerca de los fenómenos proyectivos
y de la función que la realidad posee en la vida de cada sujeto.
En términos generales, estamos en
condiciones de decir que La Forma proyectada en contenidos
crea la realidad. Por ser La Forma o Matriz
Biológica pulsación plasmática encerrada en las
maniobras perinatales, consiste totalmente de movimiento y, como tal,
es
un campo generador de formas. Así es correcto decir que
este campo genera formas y que a las formas que genera nosotros las
conocemos a través de los contenidos (situaciones vividas),
contenidos que, en última instancia, conforman la historia
personal.
De este modo, la Matriz
Biológica se transforma en la fuente o contexto donde se
originan los contenidos de la existencia individual. Todo
lo que existe, todo lo que ocurre en la vida de un sujeto es producido
por el contexto personal.
Desde esta nueva perspectiva: ¿Cuál es el papel desempeñado por la persona víctima del ataque de plaga? Si la realidad no es ajena al contexto personal, ¿cuál es el nivel de participación de la persona que sufre la difamación y el daño?
Sin restar importancia al enfermo de
plaga emocional, pretendemos dirigir nuestra mirada hacia el
destinatario de la plaga. ¿Qué es lo que lo
hace ser el destinatario? ¿Es solamente su libertad vegetativa,
su capacidad de vida (tal como lo define Reich), lo que despierta el
odio y la destrucción de la persona plagada?
Hoy sabemos
que la plaga emocional involucra a los dos polos intervinientes, esto
es, al que, aquejado por la enfermedad, la actúa y al que,
imposibilitado de mantener su libertad interior, la sufre.
Dice Reich en El asesinato de Cristo:
“ Todavía no ha sido resuelto el misterio de por qué
Cristo tuvo que morir”. Nosotros agregamos: No ponemos en duda
que Cristo haya sido víctima de la estructura de carácter
del hombre acorazado, ni que Cristo represente el principio de Vida no
tolerado por la plaga emocional. Lo que buscamos conocer es
cuál es la participación del Cristo en su muerte.
Según el mito, Cristo
tenía que morir. Esto, en términos de Matriz
Biológica, nos está diciendo que su “tiempo” se acaba,
que la muerte como hecho inexorable está por ocurrir. Ahora
bien, ¿no es la muerte, como función inexorable, la que
busca el modo de efectivizarse?, ¿no es el Cristo quien, creando
las condiciones de su muerte, genera la plaga?
Estamos en
condiciones de complementar la comprensión de la plaga
emocional diciendo que, para que ésta se efectivice, se hace
necesario la participación de los dos polos del conflicto. En el caso de Cristo, su misión cumplida en la
Tierra fue el desencadenante.
En todos los casos,
el sujeto que ha llegado a un límite proyectará este
límite en el entorno, el que será actuado por quien
esté en condiciones de hacerlo. Ambos poseen el mismo
grado de participación en el hecho, aunque solamente sea visible
en quien la actúe.
Siguiendo a Wilhelm Reich en El
Análisis del Carácter, transcribimos el siguiente
párrafo referido a la plaga emocional, pretendiendo por nuestra
parte hacerlo extensivo a las personas víctimas de la
acción de la plaga:
“…Hasta ahora, experimentábamos sus ataques tal como se experimenta la caída de un árbol o la caída de una piedra desde el tejado: son cosas que suceden, decimos; o bien tenemos suerte y no nos golpean, o bien no la tenemos y nos causan la muerte o nos dejan inválidos. Ahora sabemos que el árbol no cae por accidente y que la piedra no cae sin causar perjuicio. Sabemos que en ambos casos algún ser humano perturbado, manteniéndose oculto, provoca la caída del árbol o de la piedra.”
“…Hasta ahora, experimentábamos sus ataques tal como se experimenta la caída de un árbol o la caída de una piedra desde el tejado: son cosas que suceden, decimos; o bien tenemos suerte y no nos golpean, o bien no la tenemos y nos causan la muerte o nos dejan inválidos. Ahora sabemos que el árbol no cae por accidente y que la piedra no cae sin causar perjuicio. Sabemos que en ambos casos algún ser humano perturbado, manteniéndose oculto, provoca la caída del árbol o de la piedra.”
( pág.
287 Análisis del Carácter, Ed. Paidós, 1974).
Si leemos lo que antecede
aplicándolo no sólo a quien actúa la plaga
emocional sino también a quien la sufre, nos preguntamos
¿qué es lo que determina que el árbol o la piedra
caigan sobre unas personas y no otras?, ¿podemos atribuir toda
la
responsabilidad a quien los lanza, quitándole toda
participación a quien los recibe?
La plaga
emocional, a la luz de los nuevos descubrimientos, se nos presenta como
un fenómeno mucho más complejo y abarcativo. No alcanza hoy con describir las condiciones
psicofísicas del enfermo de plaga emocional. No alcanza creernos
que el único motivo para su acción en el medio sea su
intolerancia a la vida.
Debemos buscar más allá
de lo obvio, de lo manifiesto, de lo visible. También debemos
incluir para su comprensión las necesidades inconscientes de
quien sufre su ataque. Este es sin duda el camino que, ligando a la
víctima con su victimario, liberará a ambos.
ole
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